Después del parto, al nacer nuestro bebé, podemos atravesar un espectro complejo de emociones.
A la felicidad de tener a nuestro bebé en brazos, de conocerla, de conocerlo después de meses de espera, de ver su rostro, su pequeño cuerpo que depende totalmente de nosotras… se suman a veces otras emociones, como el miedo… tal vez la inseguridad, tal vez la culpa o la frustración…
Suceden tantos cambios en tan poco tiempo que a veces podemos sentirnos abrumadas…
Sentirnos agotadas… agobiadas en nuestra nueva vida, generando un círculo de malestar y culpa, pues creemos que deberíamos estar felices, disfrutando de nuestra, nuestro bebé y, sin embargo, el cansancio y la angustia no nos permiten conectar con estados de relajación y aceptación de nuestra nueva realidad.
Puede surgir la duda.... podemos llegar a dudar de todo: de nosotras mismas…
Sentir que no podemos hacerlo bien… Dudar de nuestros compañeros, de su capacidad de satisfacer las demandas de este momento tan desestabilizante para nosotras… Y tal vez aparezcan
personas que nos abruman con consejos, llevándonos a desconectar de nuestro propio instinto, de la confianza en nuestra capacidad de cuidar a nuestro bebé.
Necesitamos entonces cuidar de nuestra energía… nutrirla… centrarla en nosotras mismas.
Buscar ayuda… pedir consejo, es fundamental en este tiempo en el que cada día plantea una nueva experiencia y nuevas preguntas.
Pero es necesario poner un límite amoroso y alejarse de los juicios y las perspectivas carentes de empatía.
Busca rodearte de personas que te ayuden a construir la confianza en tu maternar… que te ayuden a escucharte… a escuchar tu instinto de madre… Tu instinto te pide paciencia, confianza en el aprendizaje que harás junto con tu pequeño, con tu pequeña.
Tu bebé y tú encontrarán en poco tiempo el ritmo para alimentarse, para descansar, para estar activas, para relajarse.
Busquemos juntas un estado de relajación, de paz, de aceptación de este momento más allá de aquellas emociones que te invadan.
En una posición confortable, escucha a tu cuerpo, ¿qué postura te pide? Confía y entrégate. Puedes estar sentada o tal vez inclinada sobre unas almohadas o cojines que sostengan tu espalda… tal vez quieras acostarte sobre una alfombra y cubrirte con una manta...
Cierra los ojos, si aún no lo has hecho y enfócate en la respiración… Escucha los sonidos que te rodean… Tal vez, tu bebé esté mamando ahora mismo… Quizás duerme a tu lado y puedes conectar con su respiración, apoyando apenas una mano sobre su vientre y sintiendo su abdomen que sube… y baja…
Inhala y exhala a tu ritmo, sin cambiar nada. Sólo observa, sin necesidad de controlar tu respiración.
Inhala profundamente por la nariz y lleva el aire hasta tus pies… Siente tus pies relajados, más pesados... desde tus dedos hasta tu talón. Exhala…
Inhala y lleva el aire hasta tus piernas. Siente cómo se apoyan, qué peso tienen. A medida en que se van relajando y entregando, pesan más y más y confían en la superficie que las sostiene.
Sigue, profundamente, inhalando por la nariz… exhalando por la boca…
Lleva el aire ahora hasta tu pelvis, a tu útero, a tus ovarios… Llena de energía esta parte de tu cuerpo que está recuperándose, tal vez sanando de una cesárea… Siente el aire masajear amorosamente cada órgano que habita allí. Inhala y exhala…
Ahora, guía el aire hasta tu centro, hasta tu plexo solar. Siente tus costillas expandirse, abriendo espacio para llenar de energía esta parte de tu cuerpo… y sigue respirando… profundamente…
Inhala y lleva el aire a tu corazón. Siente la energía que emana. Visualízate con tu bebé.
Estás tranquila, sonriendo. Tu bebé descansa en tus brazos… en total relajación. Toma el aire y suéltalo….
Guía el aire hasta tu cuello… Siente que se expande, se abre y relaja. Imagina tu voz clara… serena, tranquila… envuelve con ella a tu bebé, para que te sienta cerca, dándole seguridad y calma.
Lleva el aire a tu rostro… Tus párpados pesan mucho más que al principio de esta meditación. Reconoce tus mejillas… tu mandíbula… tus labios… tu frente… todas las partes están relajadas… Todo tu cuerpo está relajado.
Siente el aire recorrerte entera… Desde tus pies, hasta tu cabeza… Subiendo por el frente y bajando por tu espalda. Hazlo a tu ritmo y por algunas repeticiones… envolviéndote en una energía fluida, calmante, protectora…
Usa la respiración para ayudarte a hacer tu camino hacia la aceptación de todos los cambios que estás viviendo… de todas las dificultades… Respira con conexión y consciencia para estar en paz con este momento aunque no sea como lo deseas. Confía en que pronto irás encontrando el mejor modo de vivir todos los aspectos de tu nueva vida.
Respira… Acepta… Confía en tu instinto… en tu guía interna.
Respira… Acepta… Confía…
Vuelve a esta meditación… a respirar para aceptar… cada vez que lo necesites.
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